El proyecto surge de la necesidad de ampliar un apartamento en un pequeño edificio, construido a mediados del siglo pasado, en un barrio exterior de Cuneo.
Antes de la intervención, la casa estaba conectada a un gran jardín a través de una terraza descubierta libre en tres lados que, para crear ese espacio extra que necesitaba toda la familia, se cerró con un nuevo volumen. La ampliación aporta al edificio un espacio habitable adicional, una sala de estar para sentarse o descansar, que se abre al exterior con un gran ventanal hacia el oeste y una nueva terraza cubierta hacia el sur. El espacio se presenta en dos niveles diferentes para ensanchar la superficie hacia el jardín manteniendo el rastro de la antigua terraza y formando un asiento a ras del suelo que se puede usar para mirar el horizonte de Cuneo pero también para dar la posibilidad de acceder directamente el jardín de este nuevo entorno. El nuevo volumen es un prisma blanco con paredes revocadas en blanco y una cubierta de chapa gris claro sobre la que emergen insertos de chapa negra en contraste que enmarcan las ventanas y puertas. Estos marcos tienen la función de proteger las ventanas, pero en el lado oeste se convierten en un piso para acceder al exterior e incluso sentarse.
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