Daniel Libeskind

Daniel Libeskind nació y pasó su infancia en Polonia en 1946 con su familia de origen judío que sobrevivió al holocausto. Allí Daniel cultivó la pasión por la música y luego de terminar sus estudios se mudó a Tel Aviv, Israel. Gracias a la obtención de una beca ofrecida por la Fundación Cultural América-Israel, el niño se trasladó a Nueva York donde, unos años después, se matriculó en la facultad de arquitectura.

Daniel Libeskind

Daniel Libeskind

A través de cursos realizados en Londres, Daniel Libeskind comienza a enseñar en varias escuelas de Londres, pero también en los Estados Unidos y Japón.

En el 1978 llega su primer proyecto, un edificio inclinado que va en contra de las reglas geométricas, con motivo de un concurso para la reconstrucción de un área de Berlín.

Después de unos años Daniel también llega a Italia, concretamente a Milán donde da vida a un laboratorio experimental. El arquitecto define la península como un hermoso país aunque no sea posible realizar su trabajo. Inmediatamente después de esta estancia en Italia decide aceptar trabajar en Los Ángeles en el Center for the Arts and the Humanities.

A partir de este momento, Daniel Libeskind comenzó su carrera como archivero que lo llevó a hacerse famoso en todo el mundo, creando obras modernas pero a la vez importantes a nivel histórico y cultural.

Filosofía de diseño y características predominantes de Daniel Libeskind

El arquitecto Daniel Libeskind tiene su propia filosofía de diseño que se basa en la investigación continua para nunca crear algo por sentado.
Define la arquitectura como un lenguaje de comunicación, a través del cual se puede llegar a aspectos desconocidos y misteriosos. Según Daniel, este arte siempre tiene que ver con la memoria, especialmente cuando se realizan proyectos que tienen que ver con tragedias que ya han ocurrido.

Libeskind, con respecto a este aspecto, ha creado dos obras relacionadas con la historia, el Museo Judío en Berlín y la Zona Cero en Nueva York.
El arquitecto interpreta el espacio de forma diferente a los demás.
De hecho, considera esta dimensión como algo social y cultural, también vinculado a la imaginación y lo invisible. El espacio es, por tanto, algo que va más allá de lo visible y por eso mismo Daniel los crea para generar emociones y sensaciones particulares.

El arte del arquitecto se define por sí mismo como un arte civil que se inspira en el tiempo y las tradiciones. Precisamente por este aspecto abre nuevos e infinitos horizontes.


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